Francisco Cayulef conoce lo que es estar lejos del tenis. Estuvo varios años fuera del circuito, alejándose de las canchas, del sonido de la pelota y de las miradas en la galería. En 2018, cuando la Federación Internacional de Tenis (ITF) le negó la posibilidad de competir en la categoría Quad, sintió cómo su retorno al deporte se evaporaba entre papeles y reglas. Cayulef apeló, pero el mundo se congeló: llegó la pandemia. El deporte esperó. Él, también.
Pero en 2022, el viento volvió a soplar a su favor. Un viaje a Perú, un diálogo con el Comité Paralímpico de Chile, y una revisión médica fueron la chispa para encender otra vez la ilusión. En Lima se presentó para clasificarse como Quad. La ITF dijo sí.
Cayulef, que se había guardado la raqueta pero no el corazón, retornaba al tenis. En agosto de ese mismo año, su decisión fue firme: volvería al circuito. Tenía 36 años y un pasado con heridas, pero también con cicatrices que hablaban de resistencia. “Conversé con mi pareja sobre si seguía adelante o no. Este era mi sueño. Sabía que podía ir a unos Juegos Paralímpicos, como también ganar medallas a nivel continental y jugar Gran Slams. Estaba la posibilidad de lograr todo lo que algún día soñé”, comenta.
La respuesta de su dupla eterna, Loreto, fue al unísono: “Vamos”.
Las dudas que atormentan
El primer gran salto fue en Madrid. Un torneo ITF2, cuatro partidos con un buen sabor. Primer torneo y solo la final perdida ante el brasileño Ymanitu Silva. Cayulef no se fue con las manos vacías. La semana siguiente recibió una wild card para competir en Barcelona. Allí no solo jugó: ganó. Y se metió en el ranking mundial: 54° del planeta. No era magia. Era trabajo, constancia, el ímpetu de quien volvió para quedarse.
Los meses transcurrieron. Así, en 2022 ganó cuatro torneos y cerró el año como número 11 del mundo. Pero la subida no fue en línea recta.
Chile sería local de los Juegos Parapanamericanos 2023 y él ya estaba focalizado en que era su misión dejar las medallas en casa. “Comencé a prepararme inscribiéndome en torneos de primer nivel y buscando ingresar directo a los cuadros para estar compitiendo siempre bien arriba”. Pero, en paralelo, su vida personal se transformaba: llegaba la noticia de que sería padre nuevamente. Francisco vivía entre aeropuertos, raquetas y videollamadas. El estar lejos de su familia era un golpe duro. Tras el primer semestre del año, la cabeza del tenista era un caos. La cabeza, a ratos, se le iba. En el US Open de New York, por ejemplo, no pudo encontrar su juego porque la mente lo traicionaba. Perdió en primera ronda y pensaba: “Santiago 2023 se ponía cuesta arriba”.
“¿Valía la pena?”, se preguntó. Sin embargo, Loreto, inamovible en su fe, y su hijo, su tribuna más fiel, le repetían el mismo mantra una vez más: “vamos”.
Entonces, reorganizó su vida apenas regresó a Chile. Junio fue el mes del cambio. Trasladó sus entrenamientos a su lugar de residencia, Melipilla, para estar más cerca de los suyos. Se sumaron a los cambios una nutricionista, una psicóloga, y la rutina comenzó a fluir.
Con el tiempo, comenzó a canalizar sus energías en cada partido y los resultados fueron de la mano: iba en ascenso. Llegaría a los Parapanamericano rozando el Top Ten. Otro estatus. “Empecé a disfrutar y a darlo todo”.
La mente se despejó, el brazo se soltó, y Cayulef volvió a disfrutar del juego.
Oro puro
En Santiago lo esperaba su momento. El Estadio se vestía de rojo y blanco, y el público rugía con cada punto. Cayulef vivía una semana perfecta. Su actitud, su energía, todo era distinto. Y, por si faltaba motivación, su pequeño Facundo acababa de nacer. Los Juegos Parapanamericanos de Santiago eran el escenario para vivir un primer boche de oro para su retorno.
La final del singles fue un pulso cardíaco. Robert Shaw, el canadiense que había sido oro en Lima 2019, era el rival a vencer. Cayulef luchó con todo, con cabeza y con alma. En el tercer set, con la mirada clavada en el horizonte y la mente en sus hijos, logró el punto de oro. El abrazo con la bandera fue una postal que quedará en la historia del deporte chileno.
Pero el guion no terminaba allí. Al día siguiente, junto a Diego Pérez, Cayulef protagonizó una remontada de película en dobles. Chile sumaba su medalla número 15. Él lo sabía: “lo logré”, se dijo. Pero la frase que vino después lo marcaría más: “ahora no pararé por nada del mundo”.
París 2024
El reloj ya marcaba el siguiente destino: los Juegos Paralímpicos. Solo 12 jugadores ingresarían por ranking. Cayulef, con su medalla en el pecho, había cerrado 2023 como número 11. La puerta estaba abierta, pero había que sostenerla. “Empecé a trabajar para jugar con esa presión y todos los puntos que debía defender”.
Llegaron los Grand Slams, los vuelos eternos, las giras por Asia y Europa. También llegó el llamado del deber: representar a Chile en el Mundial por Equipos en Turquía. Y ahí, como si el guion ya estuviera escrito, junto a Pérez vencieron en la final a los locales. Título inédito. Otra bandera al viento.
Así, volvió a Santiago para entrenar más turnos, aumentó las horas de físico y las sesiones con la psicóloga y la kinesióloga.
Y entonces París. Cayulef fue elegido abanderado del Team ParaChile, junto a la pesista Camila Campos. Desfiló con orgullo. Vivió el sueño. “Estaba bien la decisión de darlo todo y seguir. Estaba lleno”. A pesar de que la travesía en París 2024 terminó en primera ronda, tras caer frente al tres del mundo, el israelita Guy Sasson, Francisco se retiró ovacionado en la cancha central de Roland Garros. Una señal que la derrota era un camino más para seguir creciendo e ir en búsqueda de otra victoria.

El año lo cerró como Top Ten tras disputar 18 torneos y ya con ocho títulos en su vitrina tras su regreso.
Un nuevo ciclo
“Aún no estoy conforme con mi rendimiento en su totalidad”. Fueron una de las palabras que mencionó a finales de febrero, antes de comenzar una nueva temporada tenística. Con esta frase, Francisco enfrentaría lo que se viene en el año. Porque Cayulef no es de los que se quedan en la cima. Borrar los momentos malos de cada partido es el gran objetivo.
Pero en general, Francisco está contento y tras esa frase, los resultados lo siguen acompañando. Este lunes 21 de abril, tras tres semanas en Asia, aterrizó en Chile con un nuevo título, el ITF1S Daegu, y su mejor posición en el ranking: 6° del mundo.
“Quiero tener regularidad y seguir buscando más tiros ganadores”.
Ahora, Francisco celebra su ascenso junto a su fiel hinchada, su familia, quienes lo abrazan festejando los 39 años del tenista nacional.
Su historia se escribe con garra, con familia, con pasión. Y aunque ya lleva nueve títulos desde su regreso, el mejor golpe —como él bien sabe—, es siempre el próximo.

Maravillosa historia!!gran paradeportista!!