CAMILA CAMPOS: CONVERSACIONES ENTRE EL PASADO Y EL PRESENTE DE UNA CAMPEONA

Camila Campos cumple hoy 30 años. Frente a ella, en un espejo imaginario, la observa una joven de 19 años, llena de dudas pero con un fuego inextinguible en la mirada. Es su yo del pasado, la chica que un día decidió que el powerlifting sería su camino. Se miran, separadas por el tiempo, pero unidas por el sueño.

Confía en ti, cree en ti. Vas a llegar— le enfatiza la Camila de 30, con una seguridad que solo los años pueden dar, a una joven pesista.

La chica del pasado la mira con escepticismo, pero también con esperanza. Sabe que está ante una versión de sí misma que ha resistido, que ha roto barreras y le responde: “trabaja con constancia, los sueños se cumplen“. Su yo más joven le aconseja con la certeza de quien cree en el destino. La Camila de ahora sonríe, porque sabe que esa frase se convertiría en su mantra a seguir.

El encuentro con el para powerlifting

En enero de 2014, Camila no conocía las pesas. Su amiga, María Antonieta Ortiz, la histórica pesista chilena, le habló de la disciplina y la invitó al Centro de Alto Rendimiento. Al llegar, vio a otros atletas entrenando. Se sintió fascinada. “Fue amor a primera vista“, recuerda. Sin dudarlo, tomó una barra y la intentó levantar. Fueron 50 kilos en su primer intento. El destino estaba escrito. “Desde el día uno me encanté con las pesas“, asegura.

Días después, recibió un llamado que cambiaría su vida. Era Víctor Rubilar, el entrenador nacional de para powerlifting. Había escuchado sobre la joven que impresionó en su visita al CAR. Camila no dudó. Pidió permisos, realizó los trámites y se lanzó a la aventura.

A mediados de enero, empezó a entrenar.

Los X Juegos Suramericanos

Su primera competencia llegó rápido. En los X Juegos Suramericanos, realizados en Santiago, Camila terminó en cuarto lugar. No era podio, pero fue suficiente para encender su fuego interno y sería el inicio de un camino sin fin. Sólo un año después, a sus 20 cumplidos hace unos meses, Camila ya representaba a Chile en los Juegos Parapanamericanos de Toronto 2015. Competía en la categoría -55 kilos.

Días antes, había logrado el récord juvenil del continente con 57 kilos levantados. Y en Toronto, conquistó su primera medalla de bronce.

Sigue por este camino. No te detengas”, menciona las Camila de hoy.

Una carrera en constante ascenso

Trabaja constante“. La frase la acompañaba como un eco. Cuatro años después, con un oro en la Copa del Mundo Europea en Hungría, Camila enfrentó sus segundos Parapanamericanos en Lima 2019. Ahora, logró plata. “Sabía que podía más, así que iba a seguir entrenando“.

Ese resultado la acercó a su sueño: representar a Chile en los Juegos Paralímpicos. Camila entrenaba de lunes a sábado en doble jornada, cuatro horas diarias. Solo jueves y sábado reducía su entrenamiento a una sesión. Nada la detendría. Analizaba rivales, estudiaba técnicas. Camila no dejaba nada al azar.

Juegos Paralímpicos

En 2020, la pandemia puso al mundo en pausa, pero Camila no se detuvo. En la Residencia Deportiva, entrenó con una jornada diaria. Tokio estaba en su mente. La Copa del Mundo en Mánchester fue su prueba de fuego: levantó 108 kilos, ganó plata y batió el récord nacional.

Lo conseguiste. Sigue”. La clasificación a Tokio se daba solo a las ocho mejores del mundo. Camila ingresó quinta. En Japón, levantó 115 kilos y batió el récord de Chile. Terminó cuarta, pero con una certeza: “Sé que puedo más“.

La meta ahora era París. Camila entrenaría con más intensidad. Quedaba mucho por lograr.

Santiago 2023 y París

Camila seguía en alza. En los Juegos Parapanamericanos de Santiago 2023, compitió en casa con una meta clara: completar su colección de medallas. Lo logró. Con 121 kilos levantados, consiguió el oro y un nuevo récord parapanamericano.

Con ese aprendizaje y determinación, Camila comenzó su proceso para París 2024. El entrenamiento se intensificó: doble jornada casi todos los días, seguimiento nutricional y análisis detallado de cada movimiento en la banca. La presión era alta, pero su sueño estaba más cerca que nunca. “No tengan duda que en París voy con todo. Tengo ganas de comerme el mundo y de que Chile no olvide tan fácilmente mi nombre”, declaraba en Mundial de Georgia, donde obtuve el bronce. Era la competencia previa a los Juegos.

Su energía, convicción y desempeño de los últimos la llevaron a liderar la delegación chilena en la ceremonia de inauguración. En la cita de los mejores, tuve una gran actuación, peleando por la medalla de bronce, pero terminó cuarta.

Un salto en el tiempo: el presente y futuro

Hoy, con 30 años y tatuajes que narran su historia. Camila es una de las figuras más destacadas del powerlifting paralímpico en Chile. Ha competido a nivel internacional, ha alzado más de lo que un día imaginó y, lo más importante, ha demostrado que la verdadera fuerza no está solo en los músculos, sino en la voluntad.

Es así como Camila analiza lo recorrido y su presente la impulsa al futuro. El Mundial de Egipto será el siguiente reto a fines de año. Pero su mente está puesta en algo más grande. Se visualiza en Los Ángeles 2028. “Acá empieza mi nuevo camino, tengo que estar al nivel“.

Antes de volver al entrenamiento, mira al horizonte y le habla a su versión de 40 años. “Tengo la medalla paralímpica. Al fin la gané“.

La joven de 19 años, la Camila actual y la de 40 años se miran y preguntan.

¿Valió la pena? — con una mezcla de miedo y admiración.

Cada segundo.

Sonríen. La joven ahora sabe que el camino será duro, pero está consciente que sus versiones del futuro le asegura que lo logrará y que no se darán por vencido.

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